Revista CENTRA de Ciencias Sociales
| Julio-diciembre 2025 | vol. 4 | núm. 2 | pp. 35-56

ISSN: 2951-6641 (papel) 2951-8156 (en línea)

Artículos/Articles

https://doi.org/10.54790/rccs.112

Principios democráticos en el pensamiento
de Blas Infante

Democratic Principles in the Thought of Blas Infante

Eva Cataño-García

Centro de Estudios Andaluces, España

eva.catano@fundacioncentra.es

Recibido/Received: 20-10-2024

Aceptado/Accepted: 3-2-2025

Resumen

El líder andalucista Blas Infante utilizó el semanario El Regionalista entre 1918 y 1919 para articular y difundir principios democráticos. Este estudio, basado en el análisis cualitativo de 28 artículos escritos por él, implementa técnicas de análisis documental y discursivo con el apoyo del software NVivo, que permitió codificar categorías clave como justicia social, participación ciudadana y autonomía andaluza. Los resultados evidencian cómo Infante promovió un modelo democrático que trasciende lo político, integrando propuestas de reforma agraria, descentralización del poder y movilización ciudadana. Sus críticas al centralismo y su énfasis en la conciencia histórica revelan una concepción de la democracia como herramienta transformadora para construir una Andalucía más justa y autónoma. Este enfoque, profundamente arraigado en la identidad cultural andaluza, conecta con debates contemporáneos sobre justicia social y la relevancia de los valores democráticos en contextos regionales.

palabras clave: Blas Infante; andalucismo; democracia; pensamiento político; regionalismo andaluz; Andalucía; nacionalismo andaluz.

cómo citar: Cataño-García, E. (2025). Principios democráticos en el pensamiento de Blas Infante. Revista Centra de Ciencias Sociales, 4(2), 35-56. https://doi.org/10.54790/rccs.112

English version can be read on https://doi.org/10.54790/rccs.112

Abstract

The Andalusian leader Blas Infante used the weekly newspaper El Regionalista between 1918 and 1919 as a platform to articulate and disseminate democratic principles. This study, based on a qualitative analysis of 28 articles written by him, uses documentary and discourse analysis techniques supported by the NVivo software, which allowed for the coding of key categories such as social justice, civic participation, and Andalusian autonomy. The findings reveal how Infante advanced a democratic model that transcends politics, integrating proposals for agrarian reform, decentralization of power and civic mobilization. His criticisms of centralism and his emphasis on historical consciousness reveal a vision of democracy as a transformative tool for building a more just and autonomous Andalusia. This approach, deeply rooted in Andalusian cultural identity, resonates with contemporary debates on social justice and the relevance of democratic values in regional contexts.

keywords: Blas Infante; andalusianism; democracy; political thought; Andalusian regionalism; Andalusia; Andalusian nationalism.

1. Introducción

La hipótesis principal de este trabajo sostiene que Blas Infante desarrolló una visión particular de democracia regionalista que prioriza la justicia social, la participación ciudadana y la autonomía andaluza en respuesta a la centralización del poder en España. El análisis discursivo revela cómo utilizó El Regionalista no solo como un medio de comunicación, sino como una herramienta para forjar interpretaciones y demandas de democratización en Andalucía. En este proceso, se pone en relieve la interacción dinámica entre escritores y lectores, un intercambio profundamente moldeado por las formaciones socioeconómicas y lingüísticas de la época (Beetham, 1996, pp. 5-6).

El Regionalista, fundado en diciembre de 1917, fue un órgano clave del Centro Andaluz de Sevilla y una plataforma esencial para la difusión del regionalismo andaluz. Aunque su existencia fue breve, el semanario se consolidó como un espacio polifónico de diálogo, en el que se entrelazaban tensiones políticas y se reflexionaba sobre el futuro de Andalucía. Los artículos publicados abordaron temas como la protección de los alcornocales, la creación de mercados para garantizar el abastecimiento alimentario, la lucha contra el caciquismo y la promoción de la autonomía andaluza. Estos escritos no solo documentan las preocupaciones de los andalucistas entre 1917 y 1920, sino que también legitiman una narrativa de justicia social y participación ciudadana central en el pensamiento político del líder andalucista en respuesta a las demandas de su tiempo en un periodo marcado por tensiones políticas y sociales en España.

Al documentar los debates políticos y sociales de su época, desde la Primera Guerra Mundial hasta el Trienio Bolchevique, El Regionalista, al igual que otras publicaciones similares, fue una herramienta clave para fomentar el intercambio de ideas y la rendición de cuentas, enriqueciendo así el proceso político y democrático de la sociedad (Bürki y Partzsch, 2016, p. 2).

La definición de democracia, según Infante, va más allá de su sentido literal («poder del pueblo») e implica una dimensión social y participativa que aboga por la equidad y la justicia. En este sentido, sus ideas pueden conectarse con las de Jane Addams (1899), quien criticó el militarismo y promovió una democracia participativa y pacífica, así como con las de Hans Kelsen (1988), quien enfatizó la necesidad de un marco legal que garantizara la participación equitativa en el gobierno. Aunque no se ha llevado a cabo un estudio específico sobre los referentes ideológicos o pensadores contemporáneos que influyeron en Blas Infante, sus ideas sobre la democracia reflejan una afinidad con planteamientos que defienden un modelo más allá de las instituciones formales.

2. Metodología

Para comprender la concepción de la democracia en el marco de su proyecto andalucista, se realizó un análisis documental exhaustivo de fuentes primarias y secundarias, complementado con técnicas avanzadas de análisis crítico del discurso.

Las fuentes primarias analizadas incluyen obras fundamentales del pensador andaluz, como Ideal Andaluz (1915), La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía (1931) y Andalucía desconocida (1934), seleccionadas por su relevancia en el desarrollo de los conceptos democráticos. Asimismo, se analizaron 28 artículos publicados en El Regionalista entre 1918 y 1919, hallados en el archivo de Pascual Carrión en Sax (Alicante), lo que aporta una nueva perspectiva sobre el regionalismo andaluz en un momento clave de su evolución.

Además, las fuentes secundarias han sido esenciales para contextualizar y enriquecer el marco teórico. Entre ellas destacan las sucesivas aportaciones de los XVII Congresos sobre el Andalucismo Histórico (1983-2024), promovidos por la Fundación Blas Infante y las contribuciones de autores clave en el análisis de su legado intelectual. Juan Antonio Lacomba, por ejemplo, ha desarrollado estudios fundamentales sobre los orígenes del regionalismo andaluz y su conexión con los movimientos nacionalistas en España. Obras como Teoría y Praxis del Andalucismo (1988) y Regionalismo y Autonomía en la Andalucía Contemporánea (1835-1936) (1988) y Blas Infante y el despliegue del andalucismo (2000) son referencias imprescindibles para comprender la evolución del regionalismo en el contexto histórico español.

Francisco Acosta (1987) ha explorado cómo el federalismo y el krausismo influyeron en la ideología del notario de Casares, subrayando la relación entre estos marcos intelectuales y su propuesta de autonomía. Asimismo, José Aumente, en su análisis del Manifiesto Andalucista de Córdoba (1979), ha proporcionado una valiosa perspectiva sobre los debates ideológicos que definieron el andalucismo de la época. Estas obras ofrecen una comprensión más profunda de las bases ideológicas y culturales que sustentaron el pensamiento del líder andalucista.

Autores contemporáneos como Isidoro Moreno (1981, 1983, 1986, 1993) han continuado esta línea de investigación, destacando el concepto de etnicidad y la conciencia identitaria como fuerzas movilizadoras en Andalucía. Estudios más recientes de Salvador Cruz Artacho (2016), Eva Cataño García (2023), Manuel Clavero (2010) y Manuel Ruiz Romero (2008, 2010) aportan nuevas interpretaciones sobre el impacto del intelectual andalucista en los procesos autonómicos y su relevancia en el discurso político actual.

El análisis documental se estructuró en varias fases:

  1. Recopilación de datos: Identificación de documentos según criterios temáticos (democracia, cultura, identidad), cronológicos (1915-1934) y de impacto académico. Aunque se incluyó una muestra representativa de textos, es importante reconocer que el análisis documental está condicionado por la disponibilidad de fuentes y la interpretación de las mismas.
  2. Análisis preliminar: Lectura exploratoria para identificar patrones temáticos iniciales.
  3. Codificación: Uso del software NVivo (versión Release 1.7.1) para clasificar las fuentes en categorías como «participación», «autonomía» y «conciencia histórica y cultural», «identidad regional», «transformación social».
  4. Análisis crítico: Análisis crítico del discurso para explorar cómo articula el concepto de democracia en su propuesta ideológica.
  5. Interpretación de resultados: Síntesis de los datos codificados para identificar relaciones y patrones entre las categorías.

Este enfoque permite una comprensión integral del pensamiento de Infante, conectando sus ideas con el contexto histórico y cultural de su tiempo. Asimismo, ofrece una metodología replicable que podría aplicarse a otros autores o temas relacionados con el planteamiento político y cultural en Andalucía. La inclusión de herramientas digitales como NVivo contribuye a aumentar la precisión del análisis y facilita una sistematización rigurosa de los hallazgos.

El análisis estructuró su concepción en torno a cinco ejes clave: una crítica al sistema político y social, exigiendo reformas profundas para corregir injusticias estructurales; la promoción de la transformación social y la responsabilidad colectiva, destacando la justicia y equidad como pilares de una democracia auténtica; la movilización ciudadana como motor de cambio político; la preservación de la conciencia histórica y cultural como fundamento de una democracia sólida; y la defensa de la identidad regional y la autonomía andaluza. Estos pilares reflejan su modelo de democracia y subrayan su relevancia en la historia del regionalismo andaluz.

3. Crítica al sistema político y social en el modelo democrático

El líder andalucista, a través de sus escritos en El Regionalista, construye una crítica contundente al sistema político y social vigente en la España de su época, posicionando esta crítica como un pilar esencial en su concepción de la democracia. Su discurso no se limita a una queja superficial; más bien, se presenta como un diagnóstico profundo y sistémico de las fallas estructurales que, según él, erosionan la legitimidad y eficacia del gobierno, y que perpetúan la desigualdad y la injusticia social.

Infante detecta en el desencanto generalizado con el sistema político español una falta de acción efectiva y una incapacidad para producir resultados tangibles que beneficien al pueblo. Desde su perspectiva, las medidas gubernamentales no solo son ineficaces, sino que perpetúan un ciclo de injusticia y desigualdad estructural. En sus textos, subraya la necesidad de abolir el centralismo, al que considera una de las principales barreras para la democracia verdadera. Este centralismo, en su opinión, concentra el poder en manos de una élite, silenciando las voces regionales y locales y bloqueando cualquier intento de participación ciudadana real y efectiva.

La crítica del Padre de la Patria Andaluza trasciende la mera denuncia, proponiendo una reforma profunda que aborde las raíces de las injusticias estructurales en España. El notario de Casares identifica la concentración de tierras como una de las principales causas de la pobreza y la desigualdad en Andalucía, argumentando que su redistribución es crucial no solo para lograr la justicia social, sino también para consolidar una democracia genuina. Acusa al gobierno de proteger a los monopolistas económicos y políticos, permitiéndoles imponer precios elevados en productos esenciales, exportar alimentos en tiempos de escasez y descuidar tanto la protección de los agricultores como el desarrollo de nuevas industrias. Este comportamiento, según el intelectual andalucista, evidencia un desprecio evidente por los intereses del pueblo, subrayando la urgencia de una reforma que priorice el bienestar común por encima de los beneficios privados.

Infante no solo critica las acciones del gobierno, sino también su falta de profundidad en abordar las causas subyacentes de las protestas y huelgas sociales. Señala que, en lugar de reprimir a los manifestantes, el gobierno debería centrarse en identificar y responsabilizar a los verdaderos culpables de las injusticias que provocan estas acciones. Esta perspectiva refleja la convicción del Padre de la Patria Andaluza de que una democracia genuina debe estar fundamentada en la justicia y en un gobierno que sea verdaderamente representativo de los intereses del pueblo (Infante, 1918j).

Infante hace referencia al año 1898, un momento crucial en la historia de España marcado por la derrota en la guerra contra Estados Unidos y la pérdida de las últimas colonias, para ilustrar la profunda humillación nacional que, según él, afectó no solo a la generación contemporánea, sino también a las futuras (Infante, 1918a). Critica la gestión política y militar que llevó a esta situación, atribuyéndola a la corrupción y la ineficacia del sistema político español. Al utilizar este episodio histórico, subraya que la memoria de la derrota debe servir como una lección para evitar repetir los mismos errores en el futuro, enfatizando la necesidad de una reflexión crítica sobre la historia como base para la renovación política y social.

Infante señala cómo las funciones de gobierno han sido corrompidas por la «rapacidad» de los partidos políticos y sus clientelas, quienes han transformado estas funciones en herramientas para el enriquecimiento personal en lugar de servir al bienestar común. Esta crítica pone de relieve la falta de integridad y el abuso de poder en las estructuras gubernamentales, subrayando la necesidad urgente de un cambio profundo en el sistema político. Defiende la instauración de una democracia auténtica, libre de corrupción, que realmente trabaje en favor del bien común, proponiendo que esta transformación es no solo un imperativo político, sino también un acto de justicia y una afirmación de la dignidad humana.

Las funciones de cuidar la Patria eran consideradas por los españoles directores o dirigidos (estos últimos pervertidos y degenerados por la maldad y el ejemplo de los directores) como funciones de una natural rapacidad, en las cuales turnaban los partidos gubernamentales y sus miserables clientelas, piezas de un mecanismo fatal, ordenado a extraer la sangre de la nación (Infante, 1918a).

En última instancia, el descontento con el sistema parlamentario y la deslegitimación de las instituciones existentes señalan la urgencia de una transformación democrática que responda a las demandas y aspiraciones del pueblo. Para Infante, esta transformación no es solo un imperativo político, sino un acto de justicia y una afirmación de la dignidad humana.

El líder andalucista señala la falta de acción y resultados por parte del gobierno para abordar los problemas sociales y económicos del país. Critica la falta de resultados positivos derivados de los debates políticos, argumentando que la discusión de problemas sociales y patrióticos se convierte en un pretexto para el debate político en lugar de abordar realmente los problemas subyacentes y buscar soluciones efectivas (Infante, 1918j).

Sus postulados democráticos se fundamentan en una crítica incisiva a la ineficacia de las instituciones en España, cuestionando tanto su estructura como su funcionamiento. Mediante citas reveladoras, el intelectual andalucista pone de manifiesto las falencias del sistema político vigente, subrayando su incapacidad para representar y servir adecuadamente al pueblo español.

Para Infante, el Parlamento simboliza la deslegitimación de las instituciones existentes, describiéndolo como un escenario donde las pasiones personales prevalecen y los debates políticos se transforman en espectáculos, distrayendo de los problemas verdaderamente importantes del país. Critica la inacción y la ineficacia del Parlamento para abordar eficazmente las cuestiones sociales y políticas, viéndolo como una herramienta de la oligarquía, incapaz de hacer cumplir la Constitución y de representar los intereses del pueblo. Esta carencia de legitimidad y eficacia le lleva a cuestionar la utilidad del Parlamento, sugiriendo la necesidad de alternativas más efectivas para la representación política y la toma de decisiones.

Infante sugiere que los conceptos «revolución» y «democracia» se han vaciado de significado al ser utilizados de manera superficial, sin un respaldo real en acciones y propuestas concretas. Llama a las izquierdas españolas para que realicen un estudio exhaustivo de los problemas sociales y las necesidades del país y destaca la importancia de un enfoque basado en el análisis racional y profundo de las realidades sociales y económicas. Este énfasis en la acción concreta refleja su convicción de que las palabras deben ir acompañadas de soluciones tangibles que puedan implementarse de inmediato. Adicionalmente, advierte que, sin ofrecer soluciones reales, las izquierdas perderán la confianza tanto de la élite como de la opinión pública consciente, y se perderán oportunidades valiosas para avanzar en la causa revolucionaria (Infante, 1918q).

4. Transformación y responsabilidad social y política

En los postulados democráticos del notario de Casares, la transformación social y política de Andalucía, junto con la responsabilidad que esto conlleva, son aspectos esenciales para la construcción de una sociedad justa. Concibe la legislación y el cumplimiento de las leyes no solo como herramientas para mantener el orden, sino como pilares fundamentales para garantizar la justicia y promover el bienestar colectivo. En su obra, la transformación de Andalucía es vista como un proceso necesario que debe ir acompañado de un compromiso con la responsabilidad social, tanto a nivel individual como colectivo.

Un ejemplo clave de esta perspectiva se encuentra en la acción del Centro Andaluz, que Infante destaca en uno de sus artículos, donde se exige el cumplimiento de las leyes relacionadas con la celebración de la Fiesta del Árbol en todas las localidades de Andalucía. Esta iniciativa no es simplemente un acto simbólico; busca proteger recursos naturales vitales, como los alcornocales, y, al mismo tiempo, fomentar el bienestar de la comunidad y garantizar un futuro sostenible para la región. Para el líder andalucista, estas acciones reflejan la importancia de una legislación que no solo se promulgue, sino que también se aplique de manera efectiva, como un medio para alcanzar una justicia social real y duradera (1918e).

La crítica de Infante hacia la falta de atención del gobierno a los problemas reales de Andalucía se manifiesta en su rechazo a las respuestas simplistas y represivas que se enfocan en una supuesta «amenaza terrorista» en los campos andaluces. En su visión, una democracia auténtica debe ser capaz de enfrentar y resolver los problemas fundamentales de la sociedad, no de evadirlos o manipularlos para justificar políticas ineficaces. Infante aboga por la elaboración de un proyecto de ley que aborde el problema agrario en Andalucía, demostrando su compromiso con el cambio social y político a través de la acción legislativa. Propone que, en lugar de reaccionar con miedo, como lo hace el gobierno central, Andalucía debe dedicarse a un serio trabajo de investigación y estudio para ofrecer soluciones prácticas y justas a los campesinos y al gobierno (Infante, 1919e).

La cuestión de la tierra es un tema recurrente en sus reflexiones, en las que propone medidas concretas, como sancionar a aquellos que no cultiven sus tierras abandonadas y expropiar dichas tierras para redistribuirlas entre la población. Esta propuesta refleja su firme creencia en la democratización de los recursos y en la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de los recursos públicos. La redistribución de la tierra, para Infante, es un paso esencial hacia un desarrollo socioeconómico más equitativo, que permita a todos los ciudadanos participar plenamente en la vida económica y política de la región.

Más allá de las fronteras de Andalucía, este precursor del regionalismo expande su visión de transformación política al ámbito nacional e internacional. Su postura incluye un enfoque claro en temas como el desarme y la seguridad internacional, la cooperación entre naciones y la gobernanza democrática a nivel global. Infante critica las propuestas superficiales de la Liga de las Naciones sobre la reducción de armamentos, argumentando que solo un desarme absoluto y universal podría realmente promover la paz y la justicia en el mundo. Para él, cualquier otra forma de desarme es incompatible con los principios de una verdadera democracia global.

Wilson habla, en su punto cuarto, de «La reducción de los armamentos». Entendemos que tanto quiere decir nación de armamento reducido como nación armada. Y esto es una inconsecuencia de Wilson, incompatible con sus anteriores postulados (Infante, 1918r).

En cuanto a la gobernanza, sugiere que el manejo del desarme debería estar a cargo de un organismo internacional representativo, cuyas decisiones se adopten de manera transparente y justa. Esta idea refleja su profunda convicción de que la gobernanza democrática debe extenderse más allá de las fronteras nacionales y que las decisiones que afectan a la seguridad y el bienestar de las personas deben tomarse de manera inclusiva y equitativa. En una democracia auténtica, las instituciones internacionales deben operar con la misma transparencia y responsabilidad que se espera de los gobiernos nacionales.

Otro aspecto crucial en su propuesta es su rechazo a la demagogia y la oligarquía, y su defensa de una forma de gobierno basada en lo que él llama la «aristocracia natural». Para el líder andalucista, la verdadera aristocracia no está definida por la posición social o el privilegio de casta, sino por la excelencia en el pensamiento, el sentimiento y la acción. Esta «aristocracia natural» representa, en su visión, la encarnación de una democracia disciplinada y efectiva, donde el gobierno del pueblo es ejercido por aquellos que han demostrado ser los más capacitados y comprometidos con el bien común. Infante sostiene que esta organización ideal solo puede realizarse en el marco de una república, ya que la monarquía perpetúa un sistema de privilegios que es incompatible con los principios fundamentales de una democracia meritocrática.

Yo sólo creo en una realeza. Sólo me infunde respeto la majestad de una realeza. Es la realeza natural de los nombres superiores en el pensar, en el sentir y en la energía y fecundidad de la acción. Los hombres dominadores, más capacitados para regir y desarrollar la superación del pueblo. He aquí los verdaderos reyes: los que ejercen su reinado desde la conciencia de la colectividad (Infante, 1918i).

La idea de «Renovación» en su concepción no se limita a un cambio superficial de personas o ideas, sino que implica una transformación profunda de las instituciones y estructuras sociales que sustentan la sociedad. Sugiere que muchos de los organismos existentes son obsoletos e ineficaces para satisfacer las necesidades del pueblo andaluz, y que es necesario reemplazarlos o reformarlos para que puedan cumplir con su verdadero propósito: servir al bienestar común y promover la justicia social (Infante, 1919h).

En resumen, el pensamiento de Infante sobre la responsabilidad y la transformación política y social en Andalucía está profundamente arraigado en su compromiso con la justicia, la libertad y la igualdad. Su visión apela a la sensatez y al consenso, proponiendo medidas concretas para mejorar la situación socioeconómica de la región, siempre con un fuerte énfasis en el despertar de la conciencia regionalista y en el clamor por la libertad y la dignidad de todos los andaluces. La transformación, en su perspectiva, es un proceso integral que requiere tanto cambios legislativos como una profunda renovación de las estructuras sociales y políticas, con el objetivo de construir una Andalucía más justa, equitativa y democrática.

5. Movilización y participación ciudadana

En su propuesta, la participación consciente y activa es esencial para el funcionamiento de una verdadera democracia, donde el individuo es el protagonista fundamental. Destaca que una democracia efectiva requiere la implicación directa de la ciudadanía en la toma de decisiones y en la construcción del bien común, considerando esta participación no solo como un derecho, sino como una responsabilidad intrínseca al ejercicio de la soberanía popular.

La movilización ciudadana en Andalucía, según Infante, depende de variables personales como el interés individual, el acceso a la información y el sentido de eficacia política, así como de variables colectivas como la existencia de redes organizativas y la estabilidad de la comunidad. Estas variables se entrelazan para formar la base de una ciudadanía activa y comprometida. Infante se cuestiona si en Andalucía existe una comunidad estable, si los andaluces están integrados en redes que fomenten la participación y si existen partidos o movimientos que movilicen efectivamente a los sectores más desfavorecidos. Estas reflexiones sugieren que la conciencia de clase o de estatus puede ser crucial para la movilización, en línea con la propuesta de Pizzorno, quien argumenta que «la conciencia de clase promueve la participación política y, a su vez, la participación política acrecienta la conciencia de clase» (1975, p. 49).

El compromiso local, para este pensador andaluz, es crucial para generar una autenticidad y conexión arraigada con Andalucía, lo que a su vez da legitimidad y fuerza al movimiento regionalista. Infante subraya la importancia de equilibrar representación y participación en una democracia auténtica, donde los ciudadanos no solo delegan poder, sino que se involucran activamente en la toma de decisiones. Esta idea resuena con Bernard Manin (1998), quien señala que una democracia completa requiere no solo representación, sino también participación directa de los ciudadanos. Este compromiso se materializa a través de la acción altruista del Centro Andaluz, que el notario de Casares describe como una obra de «redención consciente y seria», destinada a establecer un regionalismo democrático y representativo (Infante, 1918c).

Infante critica con severidad la pasividad y resignación ante las injusticias, acusando a quienes se consideran neutrales de abulia y pequeñez por no involucrarse en la vida política y limitarse a cumplir con sus responsabilidades individuales sin preocuparse por el bien común. Destaca la importancia de que cada persona asuma su responsabilidad como ciudadano y contribuya activamente al bienestar colectivo (Infante, 1918k). Esta crítica se amplifica en su propuesta de organizar una asamblea sobre el proyecto de navegación del Guadalquivir, donde subraya la importancia de involucrarse en proyectos que beneficien directamente al territorio andaluz (Infante, 1918l).

El regionalismo andaluz ha alzado en la ciudad la bandera de la rebelión, y ya se percibe ululeando odios reivindicadores, que son amores de purificación, por las montañas y los valles. Nuestro clarín resonará en las concavidades de las peñas todas. Ya son muchas las voces que se suman en su voz, la oigan o no los sordos de espíritu. Él llamará con desesperado clamor a los rudos pastores de las sierras, para formar ejércitos con los famélicos gañanes del llano (Infante, 1918d).

El Padre de la Patria Andaluza también enfatiza la importancia de la participación comprometida y responsable en los asuntos públicos, señalando que la democracia es un sistema en el cual la soberanía reside en el pueblo y se ejerce a través de la implicación directa de este en la toma de decisiones. En su discurso, plantea el dilema de «tierra libre o revolución», destacando que la única forma de lograr la libertad y la justicia es mediante la movilización colectiva y la acción directa (Infante, 1918f). Esta llamada a la acción no es simplemente una exhortación a la protesta, sino una invitación a un cambio profundo en la estructura política y social de Andalucía, que solo puede lograrse mediante un esfuerzo conjunto y constante de quienes defienden el ideal democrático.

Crítico acérrimo de la pasividad ciudadana y el conformismo social, incita a la rebeldía desde la lucha por la vida y la libertad como motores para el cambio y el progreso. En particular, destaca la necesidad de este activismo comprometido y persistente para derrocar a los caciques y establecer un sistema político basado en la democracia y la participación ciudadana. Según él, solo a través de un esfuerzo conjunto y constante de quienes defienden el ideal democrático se podrá alcanzar un cambio significativo en la estructura política y social en Andalucía.

El cacique existe para las multitudes plañideras que no se revuelven contra los latigazos que recibe. El cacique lo crea esa muchedumbre amorfa, inconsciente. Para derribar al cacique hace falta un apostolado peregrino del ideal (Infante, 1918m).

La crítica hacia aquellos que se mantienen pasivos y conformistas resalta la importancia de una ciudadanía activa en una democracia. La democracia implica el involucramiento cívico y la búsqueda constante de mejoras en la sociedad.

Viejos repugnantes, amargados y egoístas, contenidos en cuerpos jóvenes: asexuales despreciables: neutros del pensamiento y de la acción: viles prostitutas de la conciencia y de la fe, que constituís la juventud de los años, a quienes Andalucía, viril, soporta, por nosotros, avergonzada… Andalucía y España no se remozan porque los jóvenes son viejos y los viejos jóvenes se mueren…[…] Por cada labio que se cierra, cien labios se abren para liberar del pecho la voz eterna que manda vivir y perfeccionar la vida, de los seres, de los pueblos, y de los mundos (Infante, 1918p).

Para el notario de Casares la democracia implica no solo la elección de líderes, sino una participación activa y constante en la formulación de políticas y en la toma de decisiones que afectan a la comunidad. Esto es evidente en su Manifiesto de los Regionalistas de enero de 1919, donde hace un llamado a todas las clases sociales, incluidos los obreros, a unirse en la lucha por la autonomía y la libertad de Andalucía. Este manifiesto refleja su visión de una democracia participativa, donde la intervención ciudadana es fundamental para el proceso democrático y para la consecución de una sociedad más justa (Infante, 1919c).

La juventud también juega un papel crucial en su propuesta, el líder andalucista hace una llamada a los jóvenes andaluces para que sean la vanguardia de la lucha por la renovación y el cambio. Destaca la importancia de que los jóvenes se unan y se comprometan con la causa regionalista, no solo como una forma de desafiar el statu quo, sino como un medio para asegurar el futuro de Andalucía en manos de quienes están dispuestos a luchar por su dignidad y libertad (Infante, 1919d).

A pesar de la oposición y los intentos de desacreditarlo, el líder andalucista muestra una notable capacidad para adaptarse estratégicamente a las circunstancias cambiantes, manteniendo su liderazgo y compromiso con la causa regionalista. Como él mismo señala:

A pesar de los manejos llevados a cabo por los caciques, que pretendieron excitar en contra suya a los elementos perturbadores; pero el buen sentido general se ha impuesto, comprendiendo la opinión sensata de cada pueblo que los caciques ven en el nuevo candidato un enemigo irreconciliable (Infante, 1919g).

Tras la Asamblea Regionalista de Córdoba en 1919, el notario de Casares anunció inicialmente su retirada para retomar sus estudios. Sin embargo, posteriormente reconsideró su decisión, argumentando que era más prudente esperar a que la situación general se aclarara antes de tomar una resolución definitiva (Infante, 1919f). Este cambio de postura refleja su compromiso constante con la causa regionalista y su capacidad para adaptarse estratégicamente a las circunstancias. Su retorno al liderazgo no solo refuerza su papel central como líder político, sino que también evidencia la fragilidad de las estructuras del movimiento, donde su figura resultaba clave para mantener la cohesión del grupo y orientar sus esfuerzos hacia los objetivos democráticos.

Además, este notario hace un llamamiento a la movilización popular como una forma de resistencia pacífica frente a la opresión y la arbitrariedad de las autoridades. Destaca la importancia de la solidaridad y la unidad de la comunidad en la lucha por sus derechos (Infante, 1919i).

En conclusión, para el Padre de la Patria Andaluza, la movilización y la participación ciudadana son los cimientos sobre los cuales se debe construir una verdadera democracia. Infante ve en la movilización popular no solo un medio para lograr cambios políticos, sino un fin en sí mismo, donde la participación ciudadana se convierte en la esencia misma de una democracia viva y efectiva.

6. Conciencia histórica y cultural

En sus postulados democráticos, la conciencia histórica y cultural no es solo un concepto abstracto, sino una herramienta crítica para la reconstrucción de la identidad colectiva y la transformación política de Andalucía. Infante no se limita a señalar la importancia de la historia y la cultura; más bien, las utiliza como elementos centrales para desafiar las narrativas hegemónicas y articular un proyecto emancipador para su pueblo. El pluralismo de valores y la irracionalidad moral en su pensamiento reflejan su preocupación por las tensiones entre diferentes concepciones del bien dentro de una sociedad democrática.

En este sentido, Infante señala la necesidad de investigar y rescatar la historia olvidada de Andalucía, no solo para revelar los hitos y figuras del pasado andaluz, sino también para recuperar la memoria colectiva de la región y reconstruir su identidad perdida (Infante, 1918c).

Parte de la premisa de que la historia oficial, narrada por los vencedores, ha marginado y distorsionado la verdadera historia de Andalucía, despojando al pueblo andaluz de su dignidad y ocultando su legado de civilización y paz. En sus escritos, critica de manera incisiva cómo las fuerzas dominantes han utilizado la historia para perpetuar la inacción y subyugación, describiendo cómo el andaluz ha sido ridiculizado y despreciado, convertido en un «haragán» a los ojos de España y del mundo (Infante, 1918f). Esta manipulación de la identidad cultural, en su opinión, no es solo un acto de opresión, sino una estrategia deliberada para mantener el control sobre una región rica en recursos y potencial humano.

En este sentido, no solo aboga por una «recuperación» de la historia andaluza, sino que insiste en la necesidad de un «rescate» crítico de su memoria colectiva. Este rescate no se trata simplemente de recordar el pasado, sino de desenterrar y reivindicar aquellos aspectos de la historia que han sido sistemáticamente suprimidos o distorsionados. Su crítica a la narrativa bélica y centralista de la historiografía española es particularmente relevante aquí. Al contraponerla con la rica tradición cultural y civilizatoria de Andalucía, desafía las bases mismas de la historia oficial y propone una relectura que ponga en primer plano los valores de paz, cultura y creatividad que él asocia con el «genio andaluz» (Infante, 1918h). Hace una llamada a todos los andaluces a recordar su historia y a colaborar en la construcción de un futuro basado en el anhelo de vida propia y distinta, dignificada por la libertad y la justicia (Infante, 1919b).

También desarrolla una teoría crítica sobre la relación entre historia, cultura y poder. Reconoce que la historia no es una secuencia neutral de eventos, sino una construcción ideológica que refleja las luchas de poder en la sociedad. Desde esta perspectiva, la historia se convierte en un campo de batalla en el que se libra una lucha por la hegemonía cultural. Infante utiliza esta comprensión crítica para subrayar la importancia de que los andaluces no solo recuerden su pasado, sino que lo reinterpreten y lo utilicen como una base para construir un futuro más justo. Este proceso de reinterpretación histórica es, para él, un acto de resistencia contra la dominación cultural y política.

La conciencia cultural, en el marco de la crítica de Infante, se presenta como un proceso de toma de conciencia que implica tanto una reflexión sobre el pasado como un compromiso con el presente y el futuro. Describe este proceso como un despertar del «genio andaluz», que implica reconocer y valorar las características únicas de la cultura andaluza, tales como su creatividad, ingenio y espíritu comunitario. Este despertar es visto como un requisito previo para cualquier proceso de transformación social, ya que proporciona a la comunidad los recursos simbólicos necesarios para resistir la opresión y forjar su propio camino hacia la libertad y la justicia.

En su crítica al caciquismo y al autoritarismo que ha marcado la historia reciente de España, el líder andalucista subraya la importancia de una conciencia colectiva bien informada como base de una verdadera democracia. Señala que la manipulación de la historia y la cultura por parte de las élites ha impedido el desarrollo de una ciudadanía crítica y activa, lo que ha permitido la perpetuación de estructuras de poder injustas. Infante lamenta que muchos españoles estén más preparados para ser «caciques» que demócratas, una crítica que refleja su convicción de que, sin una comprensión crítica de la historia y la cultura, la democracia está condenada a ser superficial y fácilmente manipulada por los poderosos (Infante, 1918i).

Su propuesta para una nueva España, construida desde los «hogares del pueblo», enfatiza la importancia de la implicación ciudadana a nivel local y regional en la construcción de una democracia genuina. Esta visión descentralizada de la política refleja su crítica a la estructura centralista del Estado español, que ha ignorado y marginado las particularidades culturales e históricas de sus regiones. Infante aboga por una democracia que no solo respete, sino que celebre la diversidad cultural y que permita a las regiones ejercer un control real sobre sus propios asuntos. Este enfoque crítico de la descentralización política y cultural es fundamental para entender la visión de Infante sobre la relación entre poder, cultura y democracia (Infante, 1918t).

También conecta la conciencia histórica con el empoderamiento político, argumentando que una ciudadanía informada y consciente de su historia es esencial para la defensa de la democracia. La educación cívica y el empoderamiento político, según el notario de Casares, son instrumentos vitales para que los ciudadanos puedan convertirse en agentes de cambio, capaces de desafiar la opresión y construir una sociedad más equitativa. La conciencia colectiva, en este contexto, se convierte en una fuerza movilizadora que permite a un pueblo no solo recordar su pasado, sino utilizarlo como una herramienta para transformar su realidad presente (Infante, 1919b).

Finalmente, la defensa de la identidad regional de Andalucía que propone este pensador andaluz implica un rechazo crítico de las narrativas homogeneizadoras impuestas por el Estado central. Infante ve en la historia y la cultura andaluza una fuente de resistencia contra la opresión y un punto de partida para la emancipación y la autodeterminación.

Era el alma de Andalucía, herida y exangüe atormentada en ciudades y villas por el régimen político que el espíritu de poderes extranjeros le impusiera (el caciquismo es el heredero del feudalismo y Andalucía, cuando vivió su historia, jamás conoció régimen feudal): era Andalucía, hambrienta y vacilante, en sus campos desnudos, cubiertos de maleza, prisioneros de la barbarie feudalista la que clamaba en dos gritos: ¡Libertad de mi pueblo! ¡Libertad de mi tierra! (Infante, 1918s).

Este enfoque subraya la importancia de reconocer y valorar las particularidades culturales e históricas de cada región como una forma de enriquecer la diversidad cultural dentro de un Estado que respete la autonomía y la participación de sus pueblos(Infante, 1918t).

El autor del Ideal Andaluz proclama que Andalucía es una nacionalidad debido a una «común necesidad» que invita a sus habitantes a luchar por su emancipación colectiva. Destaca que tanto la naturaleza como la historia han dotado a Andalucía de una distinción en el territorio hispánico y en el extranjero (Infante, 1919b). Esta tesis subraya la singularidad y la identidad diferenciada de Andalucía como una entidad con características únicas, tanto dentro de España como en el ámbito internacional.

En conclusión, la conciencia histórica y cultural en su pensamiento no solo redefine la identidad de Andalucía, sino que también proporciona una base crítica para su regeneración social y política. Utiliza la historia y la cultura no solo como un legado a preservar, sino como una fuente de inspiración y como herramientas críticas para desafiar las estructuras de poder opresivas. Su enfoque subraya la importancia de una relectura crítica de la historia como un acto de resistencia y como un medio para construir una Andalucía más libre, justa y democrática.

7. Identidad regional andaluza y autonomía

El análisis de la identidad regional andaluza y la autonomía en la propuesta de Infante revela una comprensión sofisticada y multifacética de cómo la identidad cultural se convierte en un eje central para la transformación política y social. Infante no solo ve la identidad andaluza como una afirmación cultural, sino como una fuerza política vital para la emancipación de Andalucía. Este enfoque es relevante para comprender cómo las tensiones entre el centro y la periferia, descritas por Rokkan (1982) como cleavages sociales, se manifiestan en la lucha por la autonomía regional.

Este intelectual concibe a Andalucía no solo como una entidad geográfica, sino como una realidad viviente que integra una historia compartida, una rica herencia cultural y un proyecto colectivo de futuro (Infante, 1918h). Esta percepción es esencial para la construcción de una identidad regional que no se limita a la nostalgia por un pasado glorioso, sino que se proyecta hacia la creación de un futuro más justo y autónomo para todos sus habitantes. En este sentido, la autonomía no es solo un objetivo político, sino una necesidad intrínseca para que los andaluces puedan definir su propio destino, tomar decisiones sobre su realidad inmediata y construir un modelo de desarrollo propio, alineado con sus valores y tradiciones. Este enfoque está enraizado en los principios democráticos de participación ciudadana y descentralización del poder, que son fundamentales para el líder andalucista.

La reafirmación de la identidad andaluza se interpreta como un acto de resistencia ante la dominación histórica y la negación de la singularidad de Andalucía en el contexto de una España plural (Infante, 1919b). Utiliza la identidad regional no solo como una herramienta para promover la cohesión social, sino también como un medio para desafiar las estructuras de poder centralizadas que han tratado de homogenizar las diversas identidades que coexisten en el Estado español. Esta defensa de la identidad andaluza se convierte así en una forma de resistencia cultural, que busca preservar y promover la diversidad dentro del Estado, enfrentándose a las presiones homogeneizadoras impuestas por el poder central.

La personalidad de Andalucía, no obstante la negación que de ella hiciera la bárbara dominación se destaca hoy más poderosamente que la de ninguna otra nacionalidad hispánica (Infante, 1918s).

El papel de los regionalistas, según el notario de Casares, es crucial en la promoción de la autonomía. Los regionalistas son los catalizadores de este movimiento, los portadores de la doctrina y el programa que pueden satisfacer las demandas de reforma en España. Infante destaca que la organización y el programa regionalista no son solo una respuesta a las necesidades del momento, sino una estructura con sustancia y acción capaces de llevar a cabo una transformación profunda y duradera. Esta transformación no solo implica cambios en las políticas públicas, sino una reconfiguración de las relaciones de poder entre el centro y la periferia (Infante, 1918q). Así, Infante entendía la democracia como un espacio donde la tensión entre consenso y conflicto era fundamental, especialmente en la lucha por la autonomía andaluza. Esta visión se alinea con Chantal Mouffe (2005), quien afirma que «la política democrática debe ser vista como un espacio de agonismo donde los adversarios reconocen la legitimidad de sus demandas mutuas».

La promoción de la autonomía regional, en su visión, es un medio para fortalecer la democracia. Subraya que el despertar del sentimiento patriótico y la identidad regional son esenciales para empoderar a las comunidades locales. Esta autonomía no solo fomenta la participación ciudadana, sino que también permite la creación de un pueblo consciente y capaz de autogobernarse (Infante, 1918i). Infante sugiere que el fortalecimiento de la democracia en España depende en gran medida del reconocimiento y la valoración de las identidades regionales, así como del impulso de procesos de descentralización política que permitan una mayor autonomía y participación de las regiones.

El líder andalucista, en su defensa de la identidad regional andaluza, se alinea con el concepto de libertad positiva de Isaiah Berlin, que enfatiza la autodeterminación y el control sobre el propio destino. Infante rechaza las narrativas homogeneizadoras impuestas por el Estado central, viendo en la historia y cultura andaluza una fuente de resistencia activa y un camino hacia la emancipación. Según Berlin (2004), la verdadera libertad no es solo la ausencia de interferencia externa (libertad negativa), sino la capacidad de una comunidad para autodeterminarse y ejercer control sobre su propio futuro, lo que Infante reclama para Andalucía.

También hace hincapié en la pluralidad histórica y cultural de las regiones como una característica inherente, no otorgada por las autoridades sociales, sino manifestada a lo largo de la historia. Este reconocimiento de la diversidad dentro de un Estado es fundamental para la esencia democrática que Infante defiende. Al establecer un paralelo entre la situación de Cataluña y Andalucía, reafirma su postura de que la personalidad de una región no puede ser discutida ni concedida, sino que es un hecho natural e histórico (Infante, 1918t). Esta visión desafía las concepciones tradicionales del Estado centralizado, proponiendo en su lugar un modelo más plural y democrático que respete y celebre la diversidad cultural.

La visión de Infante sobre la identidad nacional y la autonomía regional revela una profunda comprensión de la complejidad de las relaciones entre poder y sociedad. Al desafiar la concepción tradicional de España como una entidad estática, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza dinámica y constructiva de la identidad nacional, que emerge de las experiencias compartidas y las narrativas de sus habitantes. Llama la atención en su enfoque cómo sitúa el corazón de la verdadera España en los municipios libres y la solidaridad entre las regiones conscientes de su historia y personalidad. Esta visión descentralizada y participativa no solo promueve el empoderamiento local, sino que también fomenta un sentido más profundo de pertenencia y solidaridad entre las comunidades.

La España oficial es un pueblo que yace desorientado en las amplitudes del antiguo solar. La nueva España habrá que irla a buscar en esos hogares del pueblo que son los Municipios libres, en la libre hermandad de los pueblos y de las regiones conscientes de su historia y de su personalidad (Infante, 1918t).

La defensa de la libertad y la autonomía municipal por parte del intelectual andalucista es vista como un impulso hacia una democracia más directa y participativa. Su propuesta de que cada municipio mantenga un establecimiento de intermediación comercial de los artículos de consumo, como cooperativas municipales, es un ejemplo concreto de cómo Infante visualiza la autonomía no solo como un ideal político, sino como una serie de acciones prácticas que pueden mejorar la vida diaria de los ciudadanos. Estas medidas económicas y sociales son parte integral de su visión de un desarrollo local sostenible y justo para Andalucía (Infante, 1919b).

Finalmente, la idea de unión regionalista y solidaridad peninsular propuesta por el líder andalucista refleja la importancia de la colaboración y la cohesión entre las diferentes regiones y movimientos regionalistas en la búsqueda de objetivos comunes. No ve la autonomía andaluza en aislamiento, sino como parte de un movimiento más amplio de empoderamiento regional en la península ibérica. Esta acción mancomunada es percibida como una estrategia efectiva para fortalecer la posición de las regiones frente al Estado centralizado y avanzar en la consecución de sus demandas de autogobierno y reconocimiento político (Infante, 1919c).

En conclusión, para Infante, la identidad regional y la autonomía de Andalucía son más que objetivos políticos; constituyen los pilares de un proyecto de regeneración cultural y social que desafía el poder centralizado. Su visión redefine la relación entre el centro y la periferia, destacando la diversidad cultural y la descentralización como elementos clave para una democracia más inclusiva y justa. Desde esta óptica, su regionalismo es un medio para combatir el caciquismo y otras formas de opresión que impiden el desarrollo democrático y equitativo de la región.

8. Conclusiones. Un modelo de democracia

El análisis de la visión andalucista del notario de Casares permite identificar una concepción de la democracia que trasciende el ámbito político tradicional, integrándose como un proyecto cultural, moral y profundamente arraigado en la identidad andaluza. A lo largo de su trayectoria, establece distinciones clave, como la formulada en la Carta Andalucista (1935), entre la «Hermandad» —unidad espiritual y duradera— y los partidos políticos, a los que critica por ser temporales y oportunistas. Este contraste refleja su visión de que una democracia genuina no puede depender exclusivamente de las estructuras políticas, sino que debe nutrirse de una conciencia cultural colectiva que sirva como eje de cohesión y transformación social.

Desde sus primeros escritos, como Ideal Andaluz (1915), hasta su obra más madura, Infante profundiza en la relación entre democracia y regionalismo, defendiendo que la autonomía andaluza es tanto una reivindicación política como un acto de justicia cultural. Esta evolución de su concepción lo lleva a rechazar la política de masas en favor de un enfoque más personalizado y comunitario, donde el individuo y las comunidades locales sean agentes centrales en el proceso democrático.

La crítica a las estructuras políticas tradicionales, evidente en obras como La verdad sobre el complot de Tablada (1931), subraya su escepticismo hacia el sistema centralista y las oligarquías que perpetúan la injusticia social. Aboga por un modelo de democracia basado en la participación activa de todos los sectores sociales, alejándose de los enfoques elitistas que priorizan el control estatal sobre las dinámicas locales. En este sentido, su modelo democrático es resiliente y adaptativo, integrando valores como la justicia social, la equidad y el respeto por las particularidades culturales.

Un enfoque multidimensional: cultura, justificación y participación

El análisis discursivo de estas representaciones es complejo, pues es un concepto con «muchos estratos de significados superpuestos en su historia que no por ello dejan de estar presentes en la discusión actual» (Abellán, 2013, 2020). La perspectiva de Infante subraya la importancia de una democracia transformadora que integre elementos conceptuales y prácticos. A través de su obra y en los 28 artículos analizados de El Regionalista, el intelectual andalucista articula un discurso en el que la cultura y la democracia son herramientas para la resistencia frente al centralismo y la construcción de una identidad regional fuerte. Este enfoque lo lleva a cuestionar los vicios de los partidos tradicionales y a proponer una «política decente», fundamentada en la representación real de los intereses del pueblo andaluz.

En su visión, la justicia social y la redistribución de la tierra son pilares esenciales para una democracia auténtica. Denuncia la concentración de recursos como un obstáculo para el desarrollo de Andalucía, vinculando esta problemática con la necesidad de una transformación estructural que libere a la región de las dinámicas opresivas impuestas por el sistema centralista. Este aspecto resalta su compromiso con la movilización ciudadana como motor de cambio político y social, enfatizando la importancia de una ciudadanía activa y consciente.

La relevancia contemporánea del modelo democrático de Infante

Desde una perspectiva interdisciplinaria que combina la historia, el análisis sociológico del discurso y la teoría política, el modelo democrático de Infante emerge como una contribución relevante para los desafíos actuales. Su visión resuena con la teoría de la acción social de Max Weber (1922), al destacar la combinación de reflexión y praxis como características esenciales de su liderazgo. El notario de Casares no solo propone un marco teórico, sino que lo acompaña con estrategias prácticas que abordan los problemas de su tiempo desde una perspectiva ética y cultural.

Finalmente, el pensamiento democrático de Infante, profundamente vinculado a los valores de la identidad andaluza, ofrece lecciones valiosas para los debates contemporáneos sobre justicia social, cohesión comunitaria y autodeterminación. Su modelo, en el que la cultura actúa como eje transformador, no solo proporciona respuestas a los problemas del pasado, sino que también plantea herramientas para afrontar los retos de la modernidad, reafirmando la vigencia de su legado en el contexto político y cultural actual.

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Anexo 1. Recursos hemerográficos

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(1919f). Después de la Asamblea de Córdoba. El Regionalista, 19 de abril (73).

(1919g). Blas Infante, candidato por el distrito Gaucín-Estepona. El Regionalista, 24 de mayo (78).

(1919h). El corral de la Pacheca. El Regionalista, 5 de julio (84).

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Eva Cataño-García

Eva Cataño García es doctora en Historia Contemporánea por la Universidad de Sevilla y reconocida con el Premio de Investigación «Memorial Blas Infante» 2022. Su labor investigadora se centra en la historia contemporánea y la investigación social en Andalucía, con un enfoque particular en el regionalismo andaluz y el papel de la prensa en la construcción de identidades políticas. Actualmente, es investigadora en el Centro de Estudios Andaluces y profesora-tutora en la UNED.